La función primaria del tarot es ORIENTAR al consultante sobre las opciones que se le presentan en la tirada, tratando de encontrar la más adecuada para ayudar a resolver su problemática.
Aquí es necesario formular una advertencia esencial: es imprescindible tener presente los alcances y limitaciones del Tarot con el propósito de evitar que se lo desvirtúe con manejos deshonestos.
La función del tarotista es MOSTRAR al consultante los aspectos positivos y negativos de la situación, para que pueda prevenirse contra posibles inconvenientes, y aprovechar las ventajas que se le presenten, nunca DECIDIR qué debe hacer el consultante. Una vez presentados los pro y los contra de la situación, la decisión corre por cuenta de quien realiza la consulta.
Esto es importante que lo tenga en claro el consultante para poder evitar los manejos de personas inescrupulosas, que se colocan en asesores permanentes, y a los cuales se les debe consultar todos los pasos a seguir, creando una dependencia ilimitada del consultante con el “tarotista” quién así tendrá asegurado un cliente permanente, o un ingreso fijo por esa razón.
La otra utilización del tarot, la más válida (y quizás la razón de su creación, según se desprende del uso que se hacía de los primeros mazos) es la del camino del autoconocimiento, donde cada arcano se transforma en un peldaño, para ascender por una hipotética escalera.
Los distintos pisos, representados por cada arcano, son paradas de aprendizaje, en nuestro viaje terreno evolutivo, para tratar así de comprender nuestro paso por la vida y las distintas etapas de desarrollo por las que deberemos atravesar para llegar a la meta.
Liliana Cavallini