martes, 12 de mayo de 2015

Percepción extrasensorial versus poderes adivinatorios en el tarot


La Parapsicología estudia ciertas funciones inhabituales del psiquismo entre las que se encuentra la percepción extrasensorial, o conocimiento de la realidad por otras vías que las admitidas por la psicología clásica (los sentidos conocidos o el razonamiento).

Según J. Ricardo Musso (En los límites de la Psicología):

"Para que algo objetivo (una cosa o un suceso material) o algo subjetivo (el pensamiento o el estado emocional de una persona), se convierta en objeto del conocimiento extrasensorio de un sensible, deben cumplirse tres etapas que podrían denominarse de captación, información e interpretación.

La Captación es el proceso por el cual el sensible se pone en relación con su objetivo, y lo aprehende en una modalidad inconsciente del psiquismo.

La Información es el proceso por el cual esa aprehensión extrasensoria inconsciente se transforma en contenido de conciencia.

La Interpretación es el proceso de análisis que debe realizar el propio sensible o el investigador, en los casos en que la información se presenta desfigurada o bajo forma simbólica o alegórica".

Entre los fenómenos de percepción extrasensorial (siguiendo a la mayoría de los investigadores) se encuentran la telepatía, la clarividencia y la precognición. La primera es la transferencia de pensamientos de mente a mente. La segunda, la percepción de objetos o de hechos objetivos. Por último, la precognición es el conocimiento anticipado de un hecho futuro, siempre que éste no se haya producido como una consecuencia de la predicción.

Muchas veces en una “tirada de tarot” podemos ver la fenomenología parapsicológica en acción cuando alguien las está “leyendo” y su descripción poco tiene que ver con la carta que está interpretando. Es decir, esa figura le detona lo que entraría comúnmente a llamarse “videncia”, transformándose en un vehículo para ello, y sin manejarse con la extensa simbología que posee cada arcano, llegando a veces a describir a la persona físicamente y hasta dar el nombre y apellido.

Yo me niego sistemáticamente a considerar estas percepciones como “dones” de uso exclusivo, o canalizados de otros seres de entidad superior que “eligen” a quienes interpretarán sus mensajes. Estoy un poco cansada de esta necesidad de diferenciación para sentirse más que otra persona o simplemente “el elegido”.



Básicamente, esta fenomenología la produce cualquier individuo en un determinado momento, o estado emocional, el que es personal de cada uno, dado que muchos los pueden producir en estado meditativo, otros en estado alterado por energía dispersa (nerviosismo, etc.) y otros cuando algo les llama poderosamente la atención y no lo pueden resolver utilizando el razonamiento. También se pueden presentar de distinta manera: algunos reciben percepciones a través de los sueños, otros escuchan (clariaudiencia), ven (clarividencia) o perciben de otras formas (visión dermoóptica, etc.).

Las cartas son un vehículo excelente para detonar estos fenómenos, pero lo interesante es saber distinguirlos como algo inherente a la especie, que puede ser producido por cualquier persona en un estado emocional particular que varía según esa persona, y que es muy difícil producirlos a voluntad. Esto es fundamental para evitar caer en supuestos videntes “permanentes”, de nacimiento, etc.

No existe persona (que se pueda considerar dentro de los parámetros normales de comportamiento) que pueda estar constantemente en un estado alterado de conciencia por esa misma razón: es un estado ALTERADO de la consciencia, no un estado permanente y, por lo tanto, no funcionan como un celular conectado a los mensajes divinos. (Además, los celulares también se quedan sin batería) 



Liliana Cavallini